domingo, 6 de junio de 2010

Consciente

Cuando llegó a la estación el subte estaba parado. Puso el pasaje en el molinete y se acomodó en uno de esos asientos triples que hay al fondo del vagón. Como e subte no arrancaba se puso a contemplar a la gente, a la sociedad.


Vio tristeza, felicidad, hipocresía, esperanza y más. Se detuvo en cada una de las caras, de los estratos y de los status.

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Una mujer trajeada se echaba perfume sin prestar atención a al hijo que tenía y se sentaba a su lado. Un hombre tiraba un diario al piso para ocupar su lugar y para que no se viera, escondía el diario bajo otro asiento. Y los viejos lo veían raro, como preguntándose por qué ese chico no era como los demás, por qué no seguía al mundo como un cordero y se conformaba. Y Las señoras miraban con asco, y con miedo, y con desprecio a un chico que vestía un jogging raido y un buzo haraposo, descalzo.

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Y mientras veía todo esto también vio a la clase paranoica alta, y a la clase altiva media, y a la voraz clase baja. Y se acordó de un viejo hippie que decía que el sistema estaba mal. Y lo comprendió.

Por eso, cuando el subte arrancó, lo dejó solo, atrás, pensando, contemplando, consciente.

Cuando la ficción se convierte en realidad

   Si bien el título de esta entrada (no digamos artículo) podría remitir a un conocido canal de televisión, no pretendemos hacerle propaganda.
   Lo que sí pretendemos es poner en primer plano el hecho de que muchos avances que se imaginaron en los inicios de la ciencia ficción, e incluso en la ciencia ficción de los 50 y 60 hoy son un hecho.
   Los robots de Asimov, las estaciones espaciales de Clarke, las exploraciones en Marte, aún no tripuladas, pero el ejemplo vale igual, de Bradbury, los inventos y los viajes de Verne, algunas de las creaciones de Poe, todo esto eran imaginaciones en otras épocas que hoy vemos convertidas en realidad. Incluso algunas de ellas se convirtieron en parte de nuestra cotidaneidad, como el celular, que podría llamarse como "telecomunicador personal de bolsillo" y estar en una de las novelas de la Fundación, o las Desktops que ni siquiera en los escritos más arriesgados de estos autores podían aparecer como un elemento de gran parte de la población. Ni hablar de las Laptops.
   Me parece que este es el primer texto sin gran sentido que escribo acá pero me parecía importante decirlo.
   Hasta la próxima y que la fuerza los acompañe.